Dr. Juan Carlos Iannicelli
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1042 visitas Publicada: 07/14/15

OBESIDAD INFANTIL

RELACIÓN CON: lactancia materna y lactancia artificial.

Las prevalencias de sobrepeso y  obesidad están aumentando en casi todo el mundo. Por lo tanto, se ha dado una alta prioridad a la investigación de estrategias para prevenir el desarrollo de la obesidad. El crecimiento y la nutrición durante la infancia están siendo vistos con renovado interés por la posibilidad de que puedan estar relacionados con la salud cardiovascular y metabólica en la vida posterior.
De particular interés son las diferencias entre los bebés alimentados con leche materna (LM) o fórmula (leches “maternizadas”),  ya que se ha sugerido que el crecimiento de los niños con  lactancia materna, se asocia con un menor riesgo de obesidad en la edad adulta.
Durante las primeras 6-8 semanas de vida hay poca diferencia en el crecimiento (ganancia de peso y longitud) entre los recién nacidos alimentados con LM y con fórmula. Sin embargo, cerca del segundo mes de vida, hasta el final del primer año, los lactantes alimentados con fórmula experimentan un aumento de peso y de longitud, más rápido que los bebés alimentados con leche materna.   

No hay diferencias consistentes en la adiposidad durante los primeros 4-5 meses de vida, pero durante la última parte del primer año de vida,  la evidencia sugiere que los bebés alimentados con leche materna, son más delgados que los bebés alimentados con fórmula. Los bebés alimentados con fórmula a los 4-5 meses de edad muestran niveles plasmáticos altos de factor-1 de crecimiento tipo insulina (IGF-1), insulina y ciertos aminoácidos, comparados con los bebés alimentados con leche materna.
Mientras que el consumo de proteínas de los lactantes alimentados con leche materna disminuye con la edad, y concuerda estrechamente con los requisitos de proteínas durante los primeros meses de vida, el consumo de proteínas de los lactantes alimentados con fórmula no muestra variaciones similares, y excede los requisitos después de los primeros 1-2 meses de vida.

El contenido de proteína de la leche humana disminuye rápidamente durante el primer mes de lactancia,  y a partir de entonces disminuye más lentamente. La disminución en el contenido de proteína total se debe principalmente a una disminución de la inmunoglobulina A secretora (IgAs) y lactoferrina. Estas dos proteínas bioactivas, junto con la lisozima, representan alrededor del 30% de la proteína total en la leche humana madura. Por lo tanto, la cantidad de nitrógeno en la leche humana cambia dramáticamente, especialmente durante los primeros días de vida, a partir de alrededor de 2 a 2,5 g / 100 ml en el calostro a cerca de 1,0 a 1,2 g / 100 ml de leche madura.
Suponiendo una densidad de energía de la leche materna de 67 Kcal /100 ml, la proporción de energía proteica se ha calculado como equivalente de alrededor de 1,2 g/100 Kcal.  Expresado como porcentaje del contenido energético, el suministro de proteínas se ha deducido como el 17% en el calostro y un 7% en la leche humana madura.
Se ha propuesto la hipótesis de un posible efecto estimulante de proteínas de la dieta, sobre el factor de crecimiento similar a la insulina I (IGF-I), que induce tanto la diferenciación de adipocitos así como adipogénesis. Aceptando esta hipótesis, se podría especular que los preadipocitos, tempranamente diferenciados y sobreestimulados, serían más propensos a ser cargados por  grasas saturadas, y grasas derivadas de las dietas de alta energía, que se encuentran comúnmente en los niños alimentados con leche de fórmula.

La ingesta de proteínas recomendada se ha reducido en los últimos años, ya que las dietas hiperproteicas parecen favorecer la aparición de la obesidad.
No se ha encontrado asociación entre un alto consumo de grasas en el destete, y la obesidad en  edades subsiguientes, por el contrario, Rolland Cachera identificó que un patrón hiperproteico e hipolipídico, de los bebés que viven en países desarrollados como un posible factor contribuyente de rebote de adiposidad temprano. Por lo tanto, junto con una reducción de las proteínas, un aumento en el porcentaje de grasas en la dieta debería ser considerada como un paso importante en la prevención del  sobrepeso.

Los datos son consistentes con la hipótesis de que las diferencias en el consumo de proteínas, son el principal responsable de las diferencias en el crecimiento entre los alimentados con leche materna y los bebés alimentados con fórmula. Las diferencias en el aporte energético, probablemente sea el responsable de las desigualdades en la adiposidad observadas en los lactantes mayores.
La lactancia materna se recomienda como fuente óptima de nutrición para los niños para apoyar el crecimiento y desarrollo normales, así como la salud a largo plazo. La composición de la leche materna varía con la dieta materna, estilo de vida, determinantes genéticos, y la duración de la lactancia.

Sin embargo, poco se sabe, si las diferencias interindividuales en la composición de la leche materna pueden inducir efectos relevantes sobre los resultados de crecimiento y de salud infantil. Hay indicios de que las variaciones en contenido de ácidos grasos poliinsaturados de la leche inducidos por la dieta y las variaciones genéticas modulan el desarrollo cognitivo y el riesgo de asma.

En comparación con la alimentación con fórmula, la lactancia materna muestra tener un pequeño por consistente efecto protector contra la obesidad en los niños.

Los antecedentes y determinados factores de la infancia temprana, desempeñan un rol en la obesidad infantil. El rápido aumento de peso y el sobrepeso en la infancia, aumentan el riesgo, mientras se suponía que, la lactancia sería un factor de protección contra la obesidad infantil.
En un meta-análisis (Harder-2005), se encontró que la duración de la lactancia materna se asocia inversamente y linealmente con el riesgo de sobrepeso. El riesgo de sobrepeso se redujo en un 4% por cada mes de la lactancia materna. Este efecto persistió hasta una duración de la lactancia materna de 9 meses, y fue independiente de la definición del sobrepeso y la edad en el seguimiento. Incluso si se interpreta como de tamaño relativamente pequeño, esta asociación si fuera causal, sería de importancia para la población en general.
Dado que la mayoría de los estudios analizados utilizan sujetos parcialmente amamantados, podría llegarse a la conclusión de que, más allá de la lactancia materna exclusiva, también la lactancia materna parcial hasta los 9 meses conduce a una mayor disminución en el riesgo de sobrepeso en la edad adulta, lo que podría ser considerado en futuras recomendaciones clínicas.
Los mecanismos por los que la lactancia materna afecta el riesgo de sobrepeso, aún no están claros. La lactancia materna resulta en una menor ganancia de peso corporal durante el período neonatal crítico, obviamente causado por una ingesta calórica inferior en los bebés alimentados con leche materna, en comparación con los recién nacidos alimentados con fórmula. Dado que la mayoría de los estudios analizados en este meta análisis utilizaron sujetos parcialmente amamantados, podría llegarse a la conclusión de que, más allá de la lactancia materna exclusiva, también, la lactancia materna parcial hasta los 9 meses conduce a una mayor disminución en el riesgo de sobrepeso en la edad adulta, lo que podría ser considerado en el futuro como una recomendación  clínica.

 ¿Sin embargo, debemos preocuparnos acerca de los infantes con sobrepeso y Amamantados de forma EXCLUSIVA?

Como era de esperar, en los últimos años han aparecido estudios que demuestran que tanto la lactancia materna como la artificial, pueden llevar a un sobrepeso y obesidad en el futuro.


Para determinar cuando la lactancia materna es un factor de protección para la obesidad, y si hay un efecto en relación a su duración, se evaluaron 2685 niños a la edad de 3 y 5 años con su respectiva evaluación antropométrica, e información sobre su alimentación.
Los resultados concluyeron que, hay una asociación débil entre la duración de la lactancia materna, y una disminución del riesgo de sobrepeso en niños. La lactancia materna continúa siendo fuertemente recomendada, pero puede no ser tan efectiva como el manejo de los factores familiares, como los hábitos alimentarios y la actividad física, para prevenir el sobrepeso en los niños.
El predictor más fuerte de la condición de sobrepeso infantil fue el sobrepeso de las madres. La tasa de sobrepeso en niños casi se triplicó con la condición de sobrepeso materno,  y se cuadruplico con la obesidad materna.

En un gran estudio de cohorte realizado en Brasil, de nacidos en 1982 - evaluados en 1984/1986 y finalmente en el 2000, sobre el efecto de la lactancia materna sobre la obesidad futura, fueron valorados con varias medidas de adiposidad, incluyendo la composición corporal, en la adolescencia.
A los 18 años de edad en niños brasileños, ni la duración de la lactancia, ni el amamantamiento predominante de fue un factor consistentemente protector contra la adiposidad adolescente.
La reducción significativa de la obesidad entre los niños amamantados durante 3 a 5 meses es difícil de interpretar, ya que no existía evidencia consistente con respecto a un efecto protector de la duración media de la lactancia materna. Los resultados indicaron que, en esta población, la lactancia materna no marcó un efecto protector contra la obesidad adolescente.

Recientes estudios (Willik-2015) examinan la asociación entre el tipo de alimentación materna exclusiva (LME), y la alimentación con fórmula o mixta con el sobrepeso a la edad de 6 meses, y el riesgo de sobrepeso a los 5-6 años de edad.
Se siguieron niños con antecedentes completos sobre: tipo de alimentación y evolución ponderal a la edad de 6 meses y a los 5-6 años (n=3367).
Se considero lactancia materna, a los que la recibieron por lo menos 3 meses. Sobrepeso fue definido por los estándares precisados por la OMS.
Los resultados mostraron que los bebes con sobrepeso tienen 4.1 veces más riesgo de posibilidades de sobrepeso/obesidad a los 5-6 años, en comparación con aquellos que no tenían sobrepeso, independientemente del tipo de alimentación. La lactancia exclusiva no afectó la asociación entre el sobrepeso en los lactantes y el sobrepeso en la infancia.
El sobrepeso en el primer año de vida aumenta las probabilidades de sobrepeso infantil, de igual forma para la lactancia materna exclusiva, que para los alimentados a fórmula.
La prevención de la obesidad debe comenzar antes o desde el nacimiento, y se aplica a los niños alimentados con fórmula, así como los alimentados con leche materna exclusivamente.

Ante un niño con sobrepeso, el riesgo de obesidad es significativo, independientemente de su historia alimentaria, por lo tanto el pediatra tiene que recomendar medidas anticipatorias, para evitar la obesidad futura.